sábado, 16 de marzo de 2013

El tiempo que nos queda



“Mis ojos seguían empañados ligeramente. Con la cabeza apoyada en la ventanilla del tren, no podía evitar entristecerme cuando veía el horizonte pasar a gran velocidad recordándome que, igual que en mi vida, todo pasaba rápidamente sin dejar lugar a la reacción. Desde que nacemos, sin poder evitarlo, iniciamos un desarrollo natural que no podemos parar, sólo truncar. Algo similar a lo que ocurre cuando encendemos la mecha de una vela: sabemos que lenta e incesantemente se irá consumiendo, gota a gota, llama a llama, hasta acabar desapareciendo, apagando la luz de la vida para permanecer sucumbido en las tinieblas. Ese era el pensamiento que no dejaba de rondarme la cabeza, el no ser eterno. ¿Por qué no ser inmortales, infinitos, y vivir hasta la saciedad? “

Este fragmento de mi libro “El Comienzo de la Victoria” refleja en pequeña instancia una parte de nuestra vida, y la esencia de esta entrada. Somos esa vela que lentamente se irá consumiendo para ser sólo un recuerdo en este pasajero mundo, y de la cual no quedará nada, porque nuestra luz viajará con nosotros allá donde prosigamos el camino. Y lo más asombroso de esta aventura es, sin duda, que nosotros no elegimos encender la luz de la vida, pero que cuando sucede, ya no hay vuelta atrás, no existe retorno posible. Nadie elige nacer y nadie conoce su destino, pero en esta absurda paradoja, procedente de la nada y camino a “no sé donde”, hay algo que pasa y cambia, el tiempo; y hay algo que pase lo que pase será nuestro… lo que verdaderamente somos.

El recuerdo es importante en este camino sin retorno, pues para saber dónde vas, necesitas saber de dónde vienes. Ahondar en tus orígenes, en el pasado, en tus recuerdos, en esa niñez que poco a poco desaparece, en aquellas tardes donde la mayor preocupación era ganar el partido de fútbol o conocer la hora para quedar al día siguiente… ¡porque no había móviles! Pero año tras año ves como, esos amigos, esos familiares que te hicieron un día sentirte rey de tu mundo, van desapareciendo en este camino y aquellas tardes al sol de la plaza o en los bancos del barrio, jugando al ocaso del parque más cercano, todos esos recuerdos que te hacían tan feliz, van quedando incompletos porque los personajes de estas historias van desapareciendo incesantemente, y observas perplejo y con resignación, como esos actores que daban sentido a la historia de tu vida, se esfuman sin un adiós posible, como el atardecer que caduca un día tras otro sin compasión alguna. Pero el tiempo no sólo se llevará a aquello que más quieres…sino que a veces, también se encargará de recordarte lo poco acertado que estuviste en algunas decisiones, en pequeños detalles que fueron invisibles para ti y el resto de mortales… pero que de algún modo u otro, marcaron el resto de tu vida. Y es al ver esa mochila cargada de errores, cuando perdemos una pequeña parte de nuestra vida deseando volver atrás para cambiarlo o que todo pase rápido para solucionarlo, convirtiéndonos en esclavos del tiempo por no comprender que somos seres imperfectos que erramos una y otra vez, pero que en este camino fatal, lo importante es avanzar…y a veces esa mochila debemos dejarla aparcada durante un tiempo; porque es con el paso de los años, cuando somos capaces de ver la inteligencia que se esconde tras cada equivocación. Y es verdad que a veces, al mirar atrás, es inevitable recordar a las personas que el tiempo se llevó y a todos los errores que ha cometido la humanidad… pero lo importante es saber que siempre guardaremos lo mejor de nosotros y de todos los que un día, antes de marcharse, nos dejaron algo que el tiempo jamás podrá llevarse: ese recuerdo imborrable de todos los momentos que compartieron con nosotros; de todas las alegrías y dificultades que fuimos capaces de afrontar juntos, prometiendo que el mañana nos traería un futuro mejor, y que estaríamos juntos para vivirlo; de esos gestos que consiguieron vencer al olvido y aún recorren tus venas para arrancarte una sonrisa, tardes que para ti fueron especiales, sólo por su grata presencia. En definitiva, todos esos recuerdos de personas que todavía hoy, pueblan de vida nuestros pensamientos, y que a pesar de los años hacen que aún, mucho tiempo después, los sintamos cerca.

No obstante, el tiempo siempre otorga otra oportunidad. No sucumbáis pensando en aquello que pudo haber sido si tenéis hoy la oportunidad de agradecer todo aquello que la gente cercana hace por ti y que no somos capaces de valorar por una sencilla razón: a menudo olvidamos que algún día la gente que nos rodea no estará ahí, porque el mundo cambia y nosotros cambiamos con él. No esperes a mañana para demostrar lo que te importa una persona, no esperes a mañana para decirles a tus padres lo muy agradecido que les estas, o tus hermanos, amigos, tíos… etc porque algún día, sin previo aviso, quizás sea demasiado tarde. Como decía la historia “Tesoros invisibles”: Posiblemente, el gran problema del ser humano sea, sólo creer en lo que ve y no considerar lo que tiene, porque sólo al perderlo, es cuando vemos lo que tuvimos y creemos considerarlo.
La vida es presente y el presente es hoy, esta es nuestra única realidad y de nada sirven los lamentos, pues el tiempo que pasas pensando en el pasado o el futuro, es tiempo que le robas al presente, y la única forma de cambiar el rumbo de tu velero es estar aquí y ahora, tomar el timón de tu vida para que el pasado no te lleve mar adentro y te convierta en un velero sin futuro y sin rumbo, sin vida ni remedio posible.

Por eso la importancia de apreciar lo que tenemos hoy, este es nuestro tesoro más preciado, y tal vez sólo seamos capaces de apreciarlo cuando dejemos de obviar que nuestra vida no siempre será así, como la conocemos ahora. Solemos esperar el momento adecuado para actuar, para agradecer, para perdonar… ¿y a qué esperas para vivir? Quizás ese momento adecuado nunca llegué y habrás desperdiciado la oportunidad diaria que te brinda el presente. La vida es eso que pasa mientras piensas en un difuso ayer, o en un futuro incierto; incluso estas palabras, hechas en presente y participes en un futuro, ya forman parte de un pasado. También es importante no obsesionarse con el futuro, avanzar sin prisa porque paso a paso, el futuro viene sólo. Y no crear tiempo pensando en planes futuros…. porque a veces surgen obstáculos imprevisibles, inevitables, y que pueden hacer cambiar todo cuanto aún podías pensar o desear. Nos cuesta entender que cada momento es único, especial, y que cada día que pasa hacemos historia viva de nuestra vida. Jamás habrá otro 16 de marzo de 2013… y nosotros estuvimos ahí para vivirlo. ¿Veis?

El tiempo, que nos ha quitado tantas cosas y tantas personas en nuestra vida, que tratará de esclavizarnos y convertirnos en siervos a su merced y voluntad, que nos martiriza y no nos deja ver la luz cuando más la necesitamos, que se para cuando más deseamos que avance y avanza cuando más queremos que se detenga…ese dichoso tiempo, es el mismo que nos guiará a nuestro  mejor final.  Que no es caer el mayor error, ni la muerte la peor caída… sino sucumbir en el tiempo y no dar los pasos suficientes para ser inmortal, porque todo pasará pero nuestro recuerdo, siempre será eterno.

sábado, 2 de marzo de 2013

Tesoros Invisibles

Esta semana os dejo un relato, intacto como lo escribí hace ya tres años cuando comenzaba a emprender esta aventura que es la escritura, pero que viene a explicar muy bien cuál es la esencia de este blog. Debo decir que lo escribí para un concurso de relatos que hubo en mi instituto, era la primera vez que escribía para que otros lo leyeran y de ahí la gran ilusión que depertó en mi poder escribir para compartir algo más que unas letras, algo más que una historia o pensamiento. Aquella vez no gané, sinceramente tampoco me hizo falta; fue mi corta experiencia la que me animó a mejorar, a seguir ese camino que te lleva a algo que te apasiona y que lejos de hundirte, te impulsa a volver a intentarlo. Este es uno de los motivos por los que el blog lleva el mismo nombre que el relato, porque esta experiencia me enseñó que el resultado no importa si la llama de la ilusión, en lugar de apagarse, se hace cada vez más fuerte. La otra razón es la historia en sí misma: narra la vida de dos chicos totalmente diferentes, Arturo Pérez y Alberto Gálvez, uno rico y otro pobre y cómo existen valores como la amistad o la compasión que pueden unir mucho más que el dinero. Desearía que os quedarais con la reflexion y la fábula que trata de dejar esta historia, y como una absoluta nada, puede convertirse en un todo: ¡sólo depende de ti!

Este relato será un espacio permanente, arriba junto a la pestaña de página principal. Hacer click ahí donde pone "Tesoros Invisibles (Historia)" en letra pequeña para ver la historia. Por último agradecer los mensajes de apoyo que habéis dado a este blog, tanto por las redes sociales, comentarios en el blog y en persona.  Quisiera repetiros que los dueños de este blog sois vostros, los lectores, que lo llenais de vida cada semana, y que a pesar de la corta existencia de este espacio (apenas un mes y medio), agradeceros esas más de trescientas visitas en el último mes, haciendo que estos tesoros cada vez sean más visibles para todos. También os invito a participar y a que voteis en la encuesta de la izquierda. Con todo ello, ¡nos vemos en 2 semanas con una nueva entrada y os adelanto que hablará de algo tan cambiante y valioso como es el tiempo!