viernes, 24 de enero de 2014

Cuando creer es ver



Seguramente no existan caminos llanos, libres de caídas y errores, al igual que no existen personas puras y perfectas, evadidas de desaciertos y confusiones. Pero, "las personas no son recordadas por el número de veces que fracasan, sino por el número de veces que tienen éxito." Ese debe ser el camino a seguir.





¿Qué hacer cuando el guión de la película no sigue curso previsto? ¿Qué hacer cuando el cauce de nuestra vida no sigue el rumbo deseado, ese camino que tanto ansiábamos? La respuesta no es la huida dirían algunos… mientras otros, ya recogen sus sueños e ilusiones para buscar un camino más fácil e infeliz al mismo tiempo. Quizás la verdadera respuesta a nuestras preguntas se hallé en un recóndito lugar de nuestro interior, en ese lugar donde guardamos los mejores momentos de nuestra infancia, cuando jóvenes e ilusos nos vestíamos  en carnaval de aquello que queríamos ser de mayores; cuando rodeados de los nuestros, familia y amigos, soplábamos las velas con entusiasmo, iniciando una cuenta atrás hacia nuestra propia vida, una vida independiente que llegaría y de la que no habría vuelta atrás; en ese lugar que nos vio crecer y madurar, aprender con cada patada al balón, en cada pedalada a una bici o en cada sonrisa sentado en el banco de una plaza; en ese recuerdo que forma parte de nosotros y nos empuja a seguir adelante, porque todos esos momentos son los que dan vida a la vida, porque todas esas vivencias son las que nos empujaron a creer que era posible vivir un sueño y soñar con un mañana mejor. Aferrarte a ser lo que ya eres, creer en lo que puedas llegar a ser. Quizás esa sea la respuesta ante las dificultades que nos propone la vida.


Y es cierto que en algún momento de la aventura habrá gente que te apartara la cara, que dejará de ver el futuro en una misma dirección y dejaréis de sentir una misma creencia. Porque cuando las cosas no van bien, muchos perderán tu confianza, dejarán de creer en ti, empezaran a pensar en que no eres capaz de lo que te propongas y no dudarán de hacértelo saber. ¡Como si no tuvieras ya problemas, cómo para encima tener que aguantar sus sandeces! Pero tranquilo, nada acaba mientras tú decidas que no deba acabar. Y si es largo el camino, siempre quedará tiempo para recorrerlo; si es difícil, sólo costará un poco más de esfuerzo; si te equivocaste, todo tiene solución. Porque como una vez leí, confía en que la vida te llevará a lo mejor para ti; lo que vives en este momento, pese al dolor o el desacierto que hayas vivido,  pese a las alegrías o sentimientos que hayas sentido, es lo mejor para ti, quizás haya algo en todo lo que te rodea de lo que debas aprender. Y confiar en que lo que tienes ahora y lo que tendrás, es lo mejor posible para ti en cada momento. Cuesta creerlo cuando vives al borde del abismo, con una hipoteca que pagar, con una familia que sacar adelante y un futuro muy gris. Por ello la vida se presenta como una cuestión de fe, no vista desde el punto de vista religioso, sino como un acto de confianza y creencia en la vida, en un mañana mejor, en una solución posible.


Dicen que cuando Thomas Alva Edison, el descubridor de la bombilla, ya llevaba más de mil intentos fallidos en el camino a su descubrimiento cuando se le acercó uno de sus ayudantes y le preguntó:
-Thomas, después de más de mil intentos fallidos, ¿no se siente un fracasado?
A lo que Edison contestó:
-No, ahora sé mil maneras de cómo no hacer una bombilla.
Poco después, Thomas Edison acabaría culminando su obra. Él, como otros muchos será recordado por lo que aportó a la humanidad, no por los intentos que realizó hasta lograrlo. Pero detrás de todo eso aguarda la verdadera razón de su éxito, esa confianza en sí mismo que traspasa lo que los demás o su propio ayudante puedan sugerir, esa creencia que va más allá de lo material. Y os puedo asegurar de que cuando no pierdes la fe en aquello en lo que crees, cuando confías plenamente sin motivo ni razón en ese futuro, en ese mañana, cuando proteges la llama de ese sueño hasta el último suspiro, tarde o temprano la vida te protegerá a ti; porque si no pierdes la fe en tu camino, aquello que creías ver, lo acabarás viendo. Tan sólo necesitas cerrar los ojos y ver lo que ya crees.